Por Arantza Díaz
Fuentes: https://cimacnoticias.com.mx
Ciudad de México.- Entre el belicismo, la intervención de Estados Unidos y más de 20 años frenando la toma de talibanes en Afganistán, las mujeres y las niñas afganas son quienes resisten la violencia, el abuso y la supresión de sus derechos humanos; así llegan a tres años desde que talibanes tomaron el control de Afganistán tras una guerra interna de 10 días y este año, se vuelve un hito importante para el grupo extremista al ser participes, por primera vez en su historia, en una reunión internacional de la ONU.
A un mes de que se cumplan 3 años del ascenso del poder talibán en Afganistán, los derechos de las mujeres y niñas han vivido un retroceso importante que las vulnera, tortura y violenta bajo un régimen extremista y patriarcal, que demanda acciones internacionales inmediatas. Desde 2021, organizaciones civiles han exigido al Consejo de Seguridad de la ONU que Afganistán rinda cuentas sobre los tratos inhumanos que viven las mujeres, sin embargo, la ofensiva internacional ha sido poco clara.
Como las únicas autoridades absolutas de Afganistán, los talibanes se presentaron en la capital de Qatar a principios de julio para discutir algunos problemas importantes sobre la nación, especialmente, relacionados a la población civil, siendo los derechos de mujeres y niñas, uno de los ejes principales de la discusión.
Según refiere la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se dejó muy en clara la necesidad de incluir a las mujeres en la vida política, social y económica, señalando que, si se impide el acceso a la mitad de la población de participar y trabajar, entonces, sólo se logra un retroceso en el desarrollo afgano.
La participación de este grupo frente a la ONU produjo controversia en el panorama internacional; abrir un espacio de diálogo a quienes privan de los derechos a una población, sin contar con la participación de mujeres o representantes de la población civil -como se pauta entre los demás países participantes de la reunión de Doha-, se convirtió en una conversación afilada para la ONU que refirió que, todo fue un proceso difícil, pero que el objetivo de la reunión es acercarse más a la resolución de la crisis que enfrenta al pueblo afgano con la finalidad de asegurar los derechos humanos de mujeres, infancias y adolescencias.
Sin embargo, en estos 3 años, la promesa de reconocer a las mujeres como garantes de derechos ya se había refrendado con anterioridad. El mismo año en que los talibanes tomaron Afganistán, realizaron una rueda de prensa donde el portavoz del grupo, Zabihullah Mujahid envió un mensaje a la población donde pidió a las personas no abandonar el país, porque deseaban entablar una relación pacífica y aseguraron que las mujeres tendrían derechos a trabajar y estudiar.
De acuerdo con el portavoz talibán, se concluyó que las mujeres serían activas en la sociedad, siempre y cuando se respetara la sharía, es decir, la ley islámica que ha sido reinterpretada de manera extremista por parte del grupo.
En este sentido, a 3 años de que el talibán tomó Kabul, Afganistán se ha convertido en un gobierno con formas extremas de misoginia, denuncia la ONU.
Este es un recuento de cómo, entre 2021 y 2024, la crisis humanitaria se ha recrudecido para las mujeres y niñas afganas; 3 años de violencia y de una pérdida de derechos.
«Desde el colapso de la República, las autoridades de facto han desmantelado el marco legal e institucional y han venido gobernando a través de las formas más extremas de misoginia, destruyendo el relativo avance hacia la igualdad de género logrado en las últimas dos décadas. Los talibanes imponen ciertas interpretaciones de la religión que parecen no ser compartidas por la gran mayoría de los afganos» (Dorothy Estrada y Richard Bennett, relatores de la ONU enviados a Afganistán)
Mujeres y niñas en Afganistán: Una crisis devastadora en 3 años
A pesar de las promesas de respetar sus derechos laborales y educativos, las niñas y mujeres han sido privadas de la educación y de la participación activa del mercado laboral; toda escuela de educación media y superior de mujeres ha sido cerrada, asimismo, las mujeres desempeñadas en órganos internacionales como la ONU han sido revocadas y regresadas a su país.
Los derechos sexuales y reproductivos, a la salud, a la educación, al trabajo, a la autonomía, a la libertad de circulación y muchos otros han sido erradicados por el Estado talibán.
Desde el ascenso talibán el informe Death in Slow Motion: Women an Girls Under Taliban Rule de Amnistía Internacional, ha documentado todas las leyes islámicas que violan, abusan y propician un incremento en fenómenos como el feminicidio, el abuso infantil, la tortura y las desapariciones forzadas.
Tras el ascenso talibán en 2021, mujeres, madres, adultas mayores y adolescencias realizaron una ola de protestas pacíficas en Afganistán, sin embargo, los grupos talibanes ejercieron actos de extrema violencia en contra de las manifestantes, quienes fueron golpeadas, algunas vivieron secuestros, enfrentaron torturadas y recluidas en contra de su voluntad en espacios sin acceso a agua, alimento, ventilación, ni medicamentos.
El informe, que recopila diversos testimonios de mujeres víctimas de este hecho, denuncia que todas estas mujeres fueron puestas en libertad después de que fueron obligadas a firmar un documento que las comprometía a no volver a manifestarse jamás, ni a mencionar nada de lo vivido durante la manifestación y los días posteriores que vivieron privadas de su libertad.
Esto sucede a la par de que los talibanes refieren al pueblo afgano y a la comunidad internacional que «solo desean paz» y prometen garantizar los derechos de las mujeres. Este suceso es un parteaguas importante, un anuncio de lo que vendría los tres años posteriores, donde la violencia se convertiría en una rutina devastadora para las infancias y mujeres afganas.
En los últimos años, se tiene registro de detenciones arbitrarias y torturas, todo bajo un marco legal ambiguo y poco objetivo que apela al delito de «la corrupción moral»; mujeres pueden ser detenidas, golpeadas o recibir descargas electricas si un hombre talibán considera que se está cometiendo alguna infracción moral. Naciones Unidas documenta la existencia de casos donde niñas han sido castigadas por este delito al no cumplir con la extrema modestia que demanda el Estado talibán.
En el caso particular de las niñas, se tiene registro de un incremento importante en el matrimonio infantil, todo esto, solapado por el sistema talibán, denuncia la ONU.
Al respecto, la organización Too Young to Wed refiere que, tras el control talibán en Afganistán, se constituyó un estado perfecto para el abunde de estas prácticas, pues se encuentran componentes idóneos, como el gobierno patriarcal, la pobreza, la guerra, la violencia, el miedo y la imposibilidad de estudiar.
Hoy, las familias afganas obligan a sus hijas a casarse de manera precoz con un hombre talibán o bien, el talibán tiene la facultad de obligar a niñas y adolescentes a casarse; no hay resistencias, no hay marco legal que lo prohíba, el cuerpo de las niñas está a disposición del talibán que lo demande.
Según Amnistía Internacional, las familias lo ven como una posibilidad para que sus hijas escapen del sistema mimetizándose con él; un matrimonio les garantiza protección, comida y vivienda. En 2021, las niñas de hasta 10 años eran concedidas en matrimonio por alrededor de 670 dólares.
En materia de educación, los talibanes obstaculizan por todo medio el acceso a la educación, incluso, en aquella «permitida por el Estado». A través del acoso y la intimidación, logran el cometido de que las niñas y adolescentes dejen de asistir paulatinamente a la escuela.
Argumentando que hay fallas técnicas, cancelando clases, modificando uniformes y frases de las autoridades escolares como «si los talibanes intentan hacerles daño, no podremos impedírselo», propicia que las niñas y mujeres se alejen cada vez más de sus aulas, prefiriendo permanecer en casa, no matricularse o bien, optar por un arreglo marital forzado.
La última acción devino tras la invitación de los talibanes a la reunión en Doha, sin embargo, no se tiene una contundencia sobre cómo el poder internacional intercederá de manera pacífica para mejorar la calidad de vida de infancias y mujeres afganas; 3 años han sido cruentos, por lo que es imposible concebir una realidad donde tengan que pasar más años para impulsar el cambio.