Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
En “El candidato único”, Mauricio Merino, escribe entre el contexto político social y el imaginario directo real lo siguiente:
“…el único candidato que estará en la boleta en las elecciones del 2 de junio será Andrés Manuel López Obrador. Ni Claudia, ni Xóchitl, ni Máynez significan nada fundamental. La gente votará, otra vez, por AMLO o contra AMLO. Quienes lo apoyen, no juzgarán su gobierno; quienes lo rechacen, no lo harán por su identidad partidaria. Si las boletas preguntaran: sí o no, nos habríamos ahorrado tinta y dinero. No nos hagamos bolas: en México no hay más que un candidato”.
Y quien esto escribe y en otra colaboración anterior escribí lo del sufragio digital, sí reelección virtual, ni siquiera por una puntada y menos por una punzada, nomás porque hay maneras de que el poder, a todo modo, se transforme en lo que siempre queremos que sea lo que no es: una percepción en que lo real social es transformado por la realidad virtual real-politik en la apariencia, en la simulación y en el simulacroque están por-venir en el peor-venir que está instalado desde el 2018 al 2030 con la felicidad y la prosperidad compartidas, siempre y cuando, no exista la desgracia y la tragedia como con los vivos y los sobrevivientes, los muertos y los feminicidios, los desconocidos y los desaparecidos en el país de las sombras espectrales.
Así como existe un México profundo por abajo del México superficial, existe, en lo fáctico y en lo mediático, el Estado-Obrador, transformado hechizo o rehecho a imagen y semejanza (de y para) sí mismo, no siendo el mismo de antes y sí el diferente de ahora desde el priismo al perredismo, al morenismo, y, al presidencialismo liberal autoritario y conservador, de izquierda por la derecha, vencedor ético de los derrotados moralmente.
Sobre los pasos del Estado-Obrador, es tiempo que todavía no nos preguntamos, ¿por qué tanto ruido de la mañanera a la adormidera para asilenciar los sonidos en relación a la FGR-Ejército desde el Gral. Cienfuegos al Gral. Cresencio por lo de Ayotzinapa y el Narcosicariato, y si el Estado-Obrador no le da pruebas fehacientes y fallecientes a los padres y las madres de los hijos y estudiantes-normalistas desaparecidos, a reserva estratégica de que el Estado-Obrador pide pruebas de su-supuesta relación con el narcosicariato, cuando, a la vez, a la DEA, se le cerró la posibilidad de seguir investigando, por violación a la soberanía mexicana, lo que la inteligencia mexicana no investiga y quien lo hace es la Guacamaya Leaks, no perturbando nada de nadie al alguien del Estado-Obradorpara que siga en lo que se va libre de cualquier sospecha de su relación verdadera con el ejército, y no con la DEA, ni tampoco con el Narcosicariato?
Sin pruebas, lo cierto evidencial es el paralelismo de lo circunstancial en lo verdadero que se niega y en lo mentiroso que se afirma en la fantasmatización de los actos y los hechos con lo digital y lo virtual en la reelección del presidente en la presidenta: negación y afirmación en la transexenalidad y sexualidad presidencial de que no habrá causa para investigar en la continuidad de la 4T que, en lo de afuera es la vigilancia y en lo de adentro es la seguridad blindada y agujerada desde el Palacio Nacional al país de las sombras espectrales.
En la manera que llegaron, estuvieron, hicieron y se fueron Fox, Calderón y Peña acompañándolos Obrador, ha sido y es la única e histórica transformación del porvenir en el peorvenir, y si lo de en el país de las sombras espectrales ha sido y es una lamentable exageración de mi parte, nadie podemos negarle nada a alguien como a la persona de López Obrador como el Estado-Obrador, y si MM le da a la personalidad de alto perfil en el personaje de bajo perfillo que en el presidencialismo es la doble cara en la moneda corriente del cambio por la transformación del hombre en el Estado-Obrador y en la mujer Yo-Claudia, Pedro Páramo no es Pedro Armendáriz y Claudia Sheinbaum no es María Félix en el país de las sombras espectrales (de y para) la cultura política del Sufragio digital, sí reelección virtual, porque “El candidato único” de Mauricio Merino está hecho a la hechura (de y para) la investidura presidencial en que la única e histórica prueba es la evidencia de una vivencia existencial, psicopolítica y psicopolíticamente, lamentablemente e inequívoca entre la duda y la certeza de una persona y de una personalidad que se ha forjado-obrado en el personaje que, en lo alto del templo de la adoración y el sacrificio, es la popularidad de una mañanera a una adormidera para verse como el candidato único que alguna vez fue Presidente y que se transformó en el Estado-Obrador, y cuando Yo-Claudia se equivocó citando el apellido de Calderón debiendo citar el apellido de Obrador, en lo que Agripina, la sola de Luvina y Cecilia, la buscadora de Sonora, han tenido que tragarse el pejelagarto con ti espinas y mentiras con los huesos cardios, los corazones y las memorias desde la adolescencia trágica del muchacho de Macuspana al patético vejete de La Chingada.