Por Randy Alonso Falcón
Fuentes: http://www.cubadebate.cu
Cuando una catástrofe real y final nos sobrevenga en Palestina, los primeros responsables serían los británicos y los segundos responsables las organizaciones terroristas formadas a partir de nuestras propias filas. No estoy dispuesto a ver a nadie asociado con esa gente criminal y engañada. Albert Einstein
Carta de abril de 1948 tras conocer que grupos paramilitares sionistas habían asesinado a más de un centenar de civiles árabes palestinos en una aldea de Jerusalén, Deir Yassin.
Los tentáculos del sionismo internacional son poderosos y múltiples. Brotan por doquier como la hiedra. Y asfixian a quien se le interponga.
La guerra brutal desatada por Israel contra el pueblo palestino desde el pasado 7 de octubre, ha tenido también víctimas colaterales en la academia, los medios, la cultura, los negocios. Quien ose criticar el genocidio israelí o muestre su solidaridad con el pueblo palestino puede ser víctima del abrazo mortal del sionismo.
Las universidades de élite en Estados Unidos han sido testigos del poderoso brazo sionista y de sus cómplices de las élites imperiales. En aquellos campus donde las autoridades universitarias no han sido abiertamente proisraelíes o se han permitido manifestaciones estudiantiles a favor de Palestina, han terminado pagando con la renuncia o la democión.
Las rectoras de Harvard University, la Universidad de Pensilvania y del MIT se vieron forzados a renunciar o pedir disculpas tras ser inquiridas en el Congreso de Estados Unidos en una sesión al mejor estilo maccartista, por la supuesta tolerancia de actos antisemitas en sus instituciones.
Durante la comparecencia frente a los legisladores republicanos y demócratas, la presidenta de la Conferencia Republicana de la Cámara de Representantes y partidaria de Donald Trump, Elise Stefanik, denunció que varios estudiantes apoyaban a la intifada, que es una palabra árabe que significa levantamiento y que muchos judíos interpretan como un llamado a la violencia contra ellos. Stefanik le preguntó a la presidenta de la Universidad de Penn que, si pedir el genocidio de los judíos constituía una intimidación o acoso, a lo que Liz Magill contestó que “si es dirigido, severo o generalizado, es acoso”.
El 2 de enero, la primera rectora afroamericana de Harvard presentaba su dimisión por su «tibieza» al responder en el juicio político en el Congreso de EE UU si tomaría medidas contra alumnos que canten “Intifada” o “From the River to the Sea”.
Desde su comparecencia en el Congreso, la Dra.Claudine Gay, sufrió todo tipo de ataques e invectivas. «Aquellos que implacablemente hicieron campaña para mi destitución a menudo traficaron con mentiras y con insultos ad hominem, no con argumentos», escribió Gay en The New York Times al anunciar su renuncia.
«Reciclaron viejos estereotipos raciales sobre el talento y el temperamento negro. Impulsaron una falsa narrativa de indiferencia e incompetencia», dijo.
El 10 de diciembre ya había dimitido otra de las rectoras cuestionadas en la vista pública del Congreso, Elizabeth Magill, de la Universidad de Pensilvania. Su defensa de la libertad académica y la libertad de expresión y su rechazo a contestar las preguntas de “sí o no” convirtieron su posición como rectora en insostenible, ante las presiones de la institución, y en otro trofeo de la extrema derecha trumpista.
La causa fundamental, sin dudas, fue que el principal benefactor de la Universidad, el empresario Ross Stevens, rescindiera una donación de 100 millones de dólares a la escuela de negocios en protesta dijo por el manejo del antisemitismo en el campus por parte de la universidad y su liderazgo.
El apoyo a Magill ya se había visto afectado anteriormente por su negativa a cancelar una conferencia de escritores palestinos
Scott Bok, presidente del consejo de administración de la “Ivy League” —como se conoce a un grupo de ocho prestigiosas universidades de Estados Unidos—, también dimitió ese día durante una reunión de los miembros del consejo, pocas horas después que Bok anunciara la dimisión de Liz Magill de su cargo como presidenta, puesto en que llevaba apenas dos años.
La lección fue bien aprendida por la rectora de la Universidad de Columbia, en Nueva York. La Dra. Minouche Sahfick arremetió el pasado 18 de abril contra una sentada propalestina de estudiantes en el campus de esa universidad.
La rectora afirmó que la manifestación “representa una amenaza” para el funcionamiento de la universidad y señaló que solicitó “ayuda a la policía de Nueva York para expulsar a estas personas”.
Más de 100 estudiantes fueron detenidos por las fuerzas policiales. Varios estudiantes que participaron en la protesta dijeron que también fueron suspendidos de la Universidad de Columbia y del Colegio Barnard, entre ellos Isra Hirsi, hija de la congresista Ilhan Omar.
«Es terrible que nuestra propia Universidad eche de su hogar -residencias- a los estudiantes y, encima, les den sólo 15 minutos para irse», denunció una alumna -quien prefirió reservarse su nombre- y que fue una de las detenidas por las autoridades.
La universidad indicó que seguía identificando a los alumnos que participaron en la protesta del jueves y que habría más suspensiones.
La protesta estudiantil se oponía a la acción militar israelí en la Franja de Gaza y pedía una mayor transparencia de la Universidad en cuanto a las instituciones que financia y el rechazo de su inversión en empresas que “obtienen ganancias del apartheid israelí”. La critica de los alumnos a la transparencia de la Universidad y sus inversiones, emergió con fuerza luego de una audiencia de la presidenta de Columbia ante el Congreso de los Estados Unidos, donde tuvo que defenderse de acusaciones de antisemitismo por parte de parlamentarios republicanos.
Sus respuestas, en las que intentó zafarse de una controversia parecido que llevó a su par de Harvard a renunciar, decepcionaron a los estudiantes y desataron la sentada, aunque desde que empezó la guerra en Gaza el 7 de octubre esa no es la primera protesta propalestina en el campus, pero sí la más multitudinaria.
Al igual que en audiencias anteriores del Congreso dirigidas a universidades élite, la embestida fue liderada por republicanos de extrema derecha como Elise Stefanik, partidaria de “la teoría del gran reemplazo” antisemita y supremacista blanca, y Jim Banks, un defensor abierto del intento de golpe fascista del 6 de enero y aliado de la antisemita Marjorie Taylor Greene. La mayoría de los participantes comenzaron sus comentarios reafirmando la mentira de que la oposición al sionismo constituye antisemitismo.
Un reporte de la sesión en World Socialist Web describe: «El congresista Tim Walberg, quien ha pedido a Israel que aniquile Gaza con armas nucleares, insistió en que la universidad “discipline” a Joseph Massad, profesor titular de Política Árabe de la Universidad de Columbia. La presidenta de Columbia, Nemat Shafik, una exfuncionario de alto rango del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco de Inglaterra, respondió que Massad estaba siendo “investigado”, un hecho del que el profesor nunca había sido informado hasta la audiencia. Cuando se enfrentó a la contratación de Mohamed Abdou como profesor visitante, Shafik respondió escalofriantemente: “Nunca volverá a trabajar en Columbia”.
» Stefanik y otros congresistas nombraron a varios profesores, pidiendo que fueran despedidos y que Columbia revisara sus procedimientos de contratación. Un congresista describió a un docente que se opuso al genocidio como “un infeliz”. El congresista Joe Wilson (republicano de Carolina del Sur) pidió la censura de los profesores y estudiantes que sostienen que el capitalismo es “un sistema de opresión económica”.
Shafik declaró que la universidad estaba “en contacto regular con la Policía de Nueva York y el FBI” y que se tomarían más “medidas disciplinarias” contra los estudiantes y profesores disidentes.»
Pese a la represión impulsada por las fuerzas sionistas y sus aliados, otras comunidades estudiantiles se han levantado en estos días en solidaridad con los muchachos de Columbia, incluídos matriculados en la mismísima Universidad de Harvard.
Google defiende sus vínculos con el genocidio israelí
Unas horas antes de los arrestos en Columbia, 28 trabajadores de Google fueron despedidos por su participación en protestas en Nueva York y California para exigir el fin de la complicidad del gigante tecnológico en el genocidio israelí en Gaza y su ocupación del territorio palestino. Otros nueve trabajadores fueron arrestados después de ocupar las oficinas de Google de manera pacífica .
Los empleados de Google exigían que la empresa abandonara su trabajo en el Proyecto Nimbus, un contrato de computación en nube de 1.000 millones de dólares que proporciona al Gobierno israelí, incluido el Ministerio de Defensa israelí, servicios de computación en nube, incluyendo inteligencia artificial (IA) y aprendizaje automático. Un contrato filtrado muestra que Google facturó al Ministerio de Defensa israelí 1 millón de dólares por servicios de consultoría.
Los empleados que protestaron portaban pancartas que exigían: “No más genocidio por lucro” y “No a la nube para el apartheid”. Su valiente postura fue recibida con una rápida represión: la empresa llamó a la policía para que los sacara de las oficinas por allanamiento y los empleados fueron despedidos.
Chris Rackow, jefe de seguridad global de Google y antiguo oficial de la marina y agente del FBI, envió un memorando a todos los empleados amenazando a cualquiera que se planteara protestar contra la participación de Google en el genocidio. “Tras una investigación, hoy hemos despedido a veintiocho empleados implicados. Seguiremos investigando y tomando las medidas que sean necesarias”, declaró Rackow, y añadió: “Si eres de los pocos que se sienten tentados a pensar que vamos a pasar por alto conductas que violan nuestras políticas, piénsalo otra vez”.
Una declaración de los trabajadores de Google con la campaña No Tech for Apartheid en respuesta a los despidos sumarios señaló que los que tomaron medidas estaban en su derecho: “Los trabajadores de Google tienen derecho a protestar pacíficamente según los términos y condiciones de nuestro trabajo. Estos despidos fueron claramente represalias”. La declaración denunció al CEO de la empresa matriz Alphabet, Sundar Pichai, y al jefe de Google Cloud, Thomas Kurian, como “personas que lucran con el genocidio”.
Kate Sim, asesora de políticas de seguridad infantil y una de los trabajadores que fueron destituidos, dijo al respecto: “Escuchen cuando los empleadores les digan exactamente quiénes son. El macartismo sigue vivo y activo. Miren cómo les aterroriza el poder de los trabajadores”.
Zelda Montes, ahora ex ingeniera de software de YouTube, acusa a la compañía de violar las protecciones legales estadounidenses para los trabajadores. «Está muy claro que Google está incurriendo en un comportamiento ilegal para disuadir nuestra organización laboral tomando represalias contra trabajadores que no fueron arrestados», dice Montes. “Estoy decepcionada por lo malvado que puede ser Google, pero no sorprendida. Están más indignados por los empleados que se sientan pacíficamente que por cómo su tecnología está asesinando gente”.
Se ha demostrado que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han estado utilizando otras herramientas de inteligencia artificial, en particular un programa conocido como Lavender desarrollado por la Unidad 8200 de espionaje de las FDI, para sus operaciones de limpieza étnica en Gaza. En seis meses, las FDI han dañado o destruido más de la mitad de las viviendas del estrecho territorio y han matado al menos a 40.000 palestinos, la mitad de ellos niños. Al menos 99 veteranos de la Unidad 8200 trabajaban para Google en 2022.
En marzo de este año, Google despidió al ingeniero informático Eddie Hatfield por protestar contra el Proyecto Nimrod durante Mind the Tech, una conferencia anual israelí celebrada en Nueva York. Una carta firmada por más de 600 empleados denunciaba el patrocinio de la conferencia por parte de la empresa bajo el titular: “Dejen de lucrarse con el apartheid israelí y la violencia contra los palestinos”.
Continuará…
(Con información de The New York Times, AP, CNN, Democracy Now, Wired, World Socialist Web, EFE)