Por Ilya Budraitskis
Fuentes: //www.sinpermiso.info
El presidente ruso Vladimir Putin está intentando utilizar el horrible ataque terrorista que tuvo lugar el viernes 22 de marzo en una sala de conciertos de Moscú para impulsar sus objetivos imperialistas y autoritarios más amplios. El politólogo ruso Ilya Budraitskis dice que teme que Putin pueda «agravar esta tragedia con represión interna y muerte y destrucción en el extranjero».
El grupo terrorista Estado Islámico Provincia de Khorasan (ISIS-K) ha reivindicado la responsabilidad del ataque, en el que un grupo de terroristas mató e hirió a cientos de personas que asistían a un concierto de rock en los suburbios de Moscú. Funcionarios de Estados Unidos también han acusado a ISIS-K del ataque. Pero el presidente Putin y funcionarios rusos han hecho declaraciones que buscan involucrar a Ucrania en el ataque, una medida retórica diseñada para desviar la atención del fracaso de su régimen a la hora prevenir el ataque y que busca obtener apoyo para la escalada de su guerra imperialista.
Todo ello ocurre inmediatamente después de las amañadas elecciones presidenciales rusas, en las que todos los candidatos de la oposición fueron prohibidos, y Putin se aseguró una victoria abrumadora. Con su nuevo mandato hasta 2030, se convertirá en el gobernante en el poder más longevo desde el dictador soviético Joseph Stalin. Presentando las elecciones como la confirmación del apoyo popular a su régimen, Putin está dispuesto a consolidar su gobierno reaccionario dentro de Rusia y expandir su guerra imperialista en Ucrania.
En la conversación que sigue, el socialista ruso Ilya Budraitskis comparte sus análisis sobre el ataque terrorista, las elecciones, el gobierno de Putin, la naturaleza del régimen de Putin y la trayectoria de la guerra con Ashley Smith para la revista estadounidense Thruthout. Budraitskis es un politólogo y activista ruso, profesor visitante del Programa de Teoría Crítica de la Universidad de California en Berkeley, y autor de Disidentes entre disidentes: ideología, política e izquierda en la Rusia post-soviética. También es miembro del consejo editorial de la web socialista rusa Posle.media.
-Ashley Smith: ¿Qué pasó en el horrible ataque terrorista en Moscú? ¿Quién está detrás de él? ¿Cómo han respondido las autoridades rusas y Putin? ¿Cómo utilizarán el ataque en Rusia y para su guerra imperialista contra Ucrania?
Ilya Budraitskis: Un grupo de terroristas entró en el Centro Comercial de Crocus, una sala de conciertos en Moscú, armados con ametralladoras y artefactos explosivos. Atacaron a los guardias de seguridad privados, dispararon a las personas que asistían y activaron sus bombas, provocando un incendio y matando al menos a 133 personas e hiriendo a más de 100.
Las fuerzas de seguridad rusas han arrestado a 11 personas, cuatro de ellas mientras intentaban escapar del país a Bielorrusia o Ucrania. Estos cuatro eran trabajadores migrantes de Tayikistán, una República de Asia Central y antigua república soviética, y han confesado el ataque, alegando que se les pagaron 5.000 dólares por llevarlo a cabo.
Inmediatamente después, sin una pizca de evidencia, los funcionarios y los medios de comunicación rusos culparon a Ucrania e incluso insinuaron la participación de Estados Unidos. Putin retrasó su aparición en público con la esperanza de encontrar o fabricar pruebas para usar contra Ucrania.
Cuando habló en la televisión nacional 20 horas más tarde, afirmó que Ucrania estaba tratando de ayudar a los terroristas a escapar de Rusia. Los comentaristas de los medios de comunicación oficiales rusos también acusaron a todos los trabajadores migrantes de Asia Central como si todos compartieran algún tipo de culpa colectiva por el ataque.
Ninguno de estos cargos es creíble. Justo después del ataque, los portavoces ucranianos negaron cualquier participación en el mismo y advirtieron que Putin culparía a Ucrania y buscaría aumentar el apoyo a su guerra. Obviamente, el ataque a los migrantes es solo racismo y xenofobia.
En cuanto a las acusaciones contra los Estados Unidos, Washington había informado a Rusia de un ataque inminente por parte de ISIS-K, un ala de ISIS con sede en Afganistán, que ha atacado a Rusia por diezmar sus fuerzas en Siria y respaldar al dictador del país Bashar al-Assad. Desde el ataque, Washington ha culpado a ISIS-K de ser el autor.
Ese grupo también ha reivindicado la responsabilidad, y es probable que sean los culpables. ISIS-K podría haber llegado a través de Afganistán al cercano Tayikistán para contratar los servicios de los atacantes.
Putin inicialmente desestimó las advertencias de Washington como mera desinformación e intento de extender el miedo. Pero sus fuerzas de seguridad arrestaron a varias personas a las que acusaron de ser agentes de ISIS. Claramente no se tomaron en serio la advertencia, no erradicaron a todos los posibles agentes terroristas en Moscú y no lograron detener el ataque.
Sin embargo, Putin ha persistido en su intento de implicar a Ucrania. Claramente, tiene la intención de instrumentalizar el ataque para justificar la represión interna y la guerra imperialista en Ucrania.
Así es como ha respondido a ataques terroristas anteriores. Por ejemplo, cuando los militantes chechenos se apoderaron de una escuela en Beslan y tomaron a más de 1.100 rehenes, asaltó imprudentemente la escuela, lo que causó la muerte de cientos de personas, puso fin a las elecciones democráticas para gobernadores regionales e intensificó dramáticamente la guerra en Chechenia.
Predigo que Putin seguirá ese guión también ahora. Adoptará medidas más represivas, no solo contra los supuestos terroristas, sino contra cualquier disidencia contra su gobierno en Rusia. El vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitry Medvedev, ya ha propuesto la restauración de la pena de muerte.
Es probable que Putin también consiga apoyo patriótico para una posible nueva ofensiva en Ucrania. Por lo tanto, puede agravar esta tragedia con la represión en casa y la muerte y la destrucción en el extranjero.
-Vamos a los resultados de las elecciones rusas. Por supuesto, no son ninguna sorpresa. Putin ganó el 87 por ciento de los votos. Dado que la oposición ha sido aplastada y los candidatos contrarios a la guerra fueron prohibidos, ¿cómo deberíamos interpretar este resultado? ¿Refleja el apoyo popular al régimen?, ¿en qué medida es el resultado del apoyo forzado y cuánto de aquiescencia pasiva?
De hecho, los resultados de las elecciones no fueron sorprendentes. Han sido como todos los anteriores en la carrera de Putin: el resultado fue preordenado y amañado. Pero esta vez hubo ciertas diferencias. Logró un nivel de victoria tipo Corea del Norte, algo que nunca había hecho en el pasado.
En el año 2000, cuando fue elegido por primera vez presidente, ganó con solo el 52 por ciento de los votos. En otras elecciones, obtuvo menos del 70 por ciento, y en su última elección en 2018 obtuvo el 76 por ciento.
Para asegurar el 87 por ciento de los votos, abandonó incluso cualquier pretensión de democracia. Su régimen llevó a cabo una de las elecciones más manipuladas de la historia. Esa es la conclusión compartida de la mayoría de los analistas de las elecciones rusas, excepto los leales al régimen y sus apologistas.
El nivel de manipulación es difícil de exagerar. Falsificaron los resultados, registrando cifras que no se correspondían con los recuentos reales. Para permitir ese amaño de las elecciones, Putin destruyó toda la infraestructura de los observadores independientes.
Por ejemplo, el régimen prohibió la organización no gubernamental Golos («Voz»), que había sido la principal organización de capacitación de observadores electorales independientes. La mayoría de sus organizadores han sido encarcelados o expulsados del país.
Como resultado, Putin tuvo manos libres para anunciar un resultado electoral totalmente en desacuerdo con las encuestas preelectorales independientes. Según una de ellas, solo el 50 por ciento declaraba tener la intención de votar por Putin.
Otro 40 por ciento no estaba seguro de por quién votaría o que no le gustaba declarar públicamente su preferencia. Por lo tanto, está claro que no tiene un 87 por ciento de apoyo de la población rusa.
Lo importante que hay que entender de estas supuestas elecciones es que el voto fue obligatorio y estuvo supervisado. Por ejemplo, los jefes, especialmente en el sector público, no solo exigían que sus trabajadores votaran, sino que también les exigían que compartieran una foto de su papeleta electoral.
Obviamente, la amenaza era que si no votaban por Putin, perderían sus puestos de trabajo. Por lo tanto, la elección fue producto de una combinación distópica de una dictadura totalitaria extrema y del capitalismo de vigilancia.
En ese sentido, no tiene mucho sentido llamarlas elecciones. Putin ya lo está usando para consolidar su control ideológico sobre la sociedad rusa, presentando los resultados como la confirmación de que todo el mundo está detrás de su proyecto doméstico e imperial.
En las zonas ocupadas de Ucrania, las elecciones fueron aún más amañadas y extrañas. En la llamada República Popular de Donetsk, el 95 por ciento apoyó a Putin. Las fuerzas de ocupación fabricaron este resultado a punta de pistola.
El resultado menos creíble de todos, fueron las elecciones en Avdiivka, donde Putin «ganó» en una ciudad que acaba de ser destruida por el ejército ruso, que expulsó a la mayor parte de su población. Sin embargo, Putin obtuvo un apoyo abrumador en la ciudad.
Tanto en Rusia como en la Ucrania ocupada, estas elecciones fueron una farsa. Los resultados son producto de la coerción y la manipulación sistemática.
-En el período previo a las elecciones, Putin hizo matar a Alexi Navalny para enviar una señal a la oposición nacional e internacional a su régimen. Sin embargo, su viuda, Yulia Navalnaya, pidió protestar en las urnas. ¿Cómo fueron esas protestas? ¿Cuál es su significado?
El llamamiento de Navalnaya, que apoyé totalmente, nunca pretendió influir en el resultado de las elecciones, que, como he dicho, estuvo. completamente predeterminado por el régimen. En cambio, la idea era aprovecharlas para movilizar a la oposición política.
Recuerde que todas las reuniones públicas no autorizadas han sido prohibidas y cualquier disidencia política, especialmente contra la guerra en Ucrania, ha sido objeto de una represión brutal. Son innumerables los detenidos en las cárceles de Putin.
Navalnaya aprovechó el carácter obligatorio del voto para pedir a la oposición que se concentrará ante las urnas a mediodía del 17 de marzo. El éxito de la respuesta fue sorprendente, con un número significativo de votantes que respondieron al llamamiento.
Las autoridades rusas tenían mucho miedo a la protesta así convocada. En los días previos a las elecciones, exigieron que mucha gente se presentara en las comisarías de policía y las amenazaron con que, si participaban, serían arrestados y multados por una acción masiva ilegal.
Además, suprimieron cualquier información sobre el llamamiento. Hay que recordar que todos los sitios web de la oposición, como Meduza, han sido bloqueados. Sin embargo, según una encuesta independiente, casi una cuarta parte de los rusos habían oído hablar de la acción.
Por supuesto, el número de personas que participó no estuvo cerca de ese porcentaje. Pero el hecho de que la gente haya respondido, y en cantidades significativas, demuestra su oposición a Putin y a su guerra imperialista en Ucrania.
-El régimen de Putin y el capitalismo ruso han sido sorprendentemente resistentes, a pesar de la guerra, el intento de golpe de Estado de Yevgeni Prigozhin y las sanciones occidentales. ¿Cómo se explica esto?
La razón principal de la estabilidad económica de Rusia es su industria petrolera. No está sancionada y con el precio del petróleo todavía muy alto, Rusia ha sido capaz de mantener el crecimiento económico y la rentabilidad.
Al mismo tiempo, el precio de la guerra es muy alto. Se estima que los militares consumen alrededor del 40 por ciento del presupuesto del régimen. Esta economía de armamentos también puede impulsar el crecimiento, especialmente entre los fabricantes de armas, durante el próximo año o dos, pero tales gastos no son sostenibles a largo plazo.
Esta economía petrolera y militar no han cambiado el modelo económico neoliberal de Putin. Ha habido cierta nacionalización temporal de las empresas, pero esos activos incautados se han vendido rápidamente a otros propietarios leales al régimen.
En ese sentido, no tenía nada que ver con una nacionalización en el sentido tradicional. Fue simplemente una redistribución de la propiedad. Eso ha implicado cierta recomposición de la clase dominante rusa, pero sin cambiar su estructura altamente privatizada.
Putin también ha utilizado la guerra para asegurarse el apoyo de soldados profesionales altamente pagados. Están ganando mucho más que los trabajadores regulares en otros sectores públicos y privados.
Pero esta economía de guerra solo es sostenible durante un tiempo. Eventualmente, sus contradicciones socavarán su crecimiento y, con eso, las contradicciones del sistema político, reaparecerán, provocando una nueva ronda de inestabilidad y crisis.
-¿Cómo utilizará Putin su amañada victoria electoral a nivel nacional para su guerra neocolonial en Ucrania?
Incluso antes de las elecciones, Putin se jactó en un discurso ante el Parlamento de que la mayoría absoluta de los rusos apoyaba su «operación militar especial». Por lo tanto, interpretará el voto amañado como una confirmación de su control ideológico sobre el pueblo ruso.
Pero esto es mera arrogancia. De hecho, hay una insatisfacción generalizada por la prolongación indefinida de la guerra, incluso entre los partidarios de Putin. Muchos de ellos votaron por él pensando: «comenzó esta guerra y debería terminarla».
Putin ignoró ese sentimiento. Durante la campaña, nunca mencionó cómo iba a restaurar la paz. En cambio, siguió repitiendo la idea de que Rusia esta en una guerra existencial con Occidente, y que debe continuarla y expandirla a otros países.
Una minoría de la sociedad rusa apoya ese proyecto, probablemente entre el 10 y el 20 por ciento. Pero la mayoría quiere que se restablezca la paz. Por supuesto, no quieren que Rusia sea derrotada militarmente, pero quieren que esta guerra termine en algún momento.
Estos sentimientos están creciendo, y podrían provocar una crisis del régimen en el futuro. Pero por ahora, su respuesta es ignorar tales sentimientos o responder a ellos con campañas de adoctrinamiento patriótico para obtener apoyo a una guerra en expansión.
El expresidente Dmitry Medvedev, que ahora es vicepresidente del Consejo de Seguridad, dejó muy claros los objetivos de Putin en un discurso unos días antes de las elecciones. Declaró que Rusia tenía como objetivo «liberar» Odessa, reclamarla como ciudad rusa y eliminar a Ucrania como estado-nación.
Pasó a proponer su propia fórmula de paz como alternativa a la propuesta por el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Declaró que Ucrania no es una nación real, sino un territorio que debería estar dividido entre Rusia, Polonia y Rumania.
Por supuesto, la única manera de llevar a cabo eso es la conquista total y la ocupación de Ucrania por Rusia. Eso es lo opuesto a la paz. Es una receta para la guerra imperialista sin fin y la ocupación colonial.
-Muchos esperan una escalada de la guerra en Ucrania pronto. ¿Requirirá eso una mayor movilización de las tropas rusas? ¿Cómo reaccionará la población rusa? ¿Presentará alguna resistencia?
Es difícil decir si las autoridades rusas movilizarán más tropas rusas. Hasta hace poco, han hecho todo lo posible para evitar una segunda oleada de movilización y reclutamiento.
Pero después de las elecciones, que según ellos habría demostrado que los rusos apoyan totalmente la guerra, pueden comenzar otra movilización. Al mismo tiempo, son lo suficientemente inteligentes como para saber que eso sería muy impopular.
Por lo tanto, por ahora es probable que sigan pagando enormes salarios a los llamados soldados voluntarios. Pero si tienen la intención de llevar a cabo una ofensiva a mayor escala, tendrán que movilizar a los reclutas.
Podrían combinar esa nueva movilización con la promesa de traer de vuelta a aquellos que fueron reclutados en 2022 y desplegados en las líneas del frente durante los últimos dos años. Eso podría calmar los crecientes llamamientos de esposas y familiares para que esos soldados vuelvan a casa.
Pero la gente solo soportará esta guerra y movilización durante un tiempo. Y cualquier soldado que regrese traerá consigo historias del matadero en Ucrania, algo desestabilizador para el régimen.
-Entonces, ¿hasta que punto es estable el régimen de Putin y el capitalismo ruso? ¿Cuáles son los problemas y las líneas de falla del sistema?
Hay un profundo problema en la arquitectura política de este régimen. En uno de sus discursos recientes, Putin traicionó cierta conciencia de este problema. Declaró que la antigua élite forjada a través de la privatización de la propiedad estatal de la Unión Soviética está obsoleta, y que era necesario establecer una nueva élite.
Afirmó que hay que reclutar esa nueva y auténtica élite de los héroes que vienen de las líneas del frente. En realidad, Putin está construyendo una nueva élite, no a partir de ese sector de veteranos de la guerra, sino de los hijos de su estrecho círculo de amigos que controlan las grandes corporaciones estatales y la industria privada.
Sus padres están envejeciendo, y Putin sabe que se enfrenta a un problema para la reproducción de la camarilla, y el régimen, que le sigan siendo leales. Por lo tanto, ve a los hijos de este estrecho círculo como sus futuros leales aliados en el estado y en las corporaciones rusas.
Es la señal de un régimen profundamente personalista, en el que Putin solo confía en personas que considera amigos. Pero el número de amigos del dictador es limitado, por lo que la única manera de expandirlo es reclutando a sus leales hijos para puestos en la burocracia del gobierno y en las salas de juntas.
Putin también está integrando a sus guardaespaldas personales en el aparato del estado. Como resultado, hay una serie de gobernadores en varias regiones del país que fueron parte de su equipo de seguridad personal.
Tales métodos de expansión y consolidación del régimen pueden ser contraproducentes, creando serios problemas para la continuidad de su gobierno. Por ejemplo, en este sistema, si las personas dentro del aparato estatal quieren avanzar en sus carreras, finalmente llegan a un callejón sin salida, porque en la parte superior de la burocracia están los leales a Putin nombrados por el dictador.
Si no estás en ese círculo mágico, tu avance profesional está condenado. Eso puede generar apatía e incluso descontento en el aparato estatal, algo que puede socavar el régimen desde dentro.
Por supuesto, la capa superior del aparato estatal apoyará a Putin hasta el último aliento, respaldando la escalada de su guerra imperialista. Pero, por debajo de ellos, hay capas en las que el descontento y la oposición pueden crecer. Por lo tanto, la gran pregunta, tanto dentro como fuera del régimen, es cuánto tiempo puede durar esta lealtad, no solo a Putin, sino también al sistema.
Otro problema al que se enfrenta el régimen es la contradicción que he descrito entre la visión imaginaria de Putin de una sociedad rusa leal unida detrás de él y las verdaderas divisiones existentes dentro de ella, especialmente las provocadas por la guerra. Esa contradicción solo puede aguantar un cierto tiempo.
-Finalmente, muchos sectores de la izquierda están presionando para que Ucrania participe en conversaciones de paz y acepte un acuerdo de tierra por paz con Putin, algo que nunca exigirían a los palestinos. ¿Qué te parece ese argumento? ¿Por qué no es realista? ¿Qué debería decir la izquierda sobre la guerra y qué debería exigir en su lugar?
Debemos tener claro que Putin se tomó muy en serio la decisión de lanzar esta invasión y está decidido a no detenerse hasta que alcance sus objetivos declarados: la eliminación de Ucrania como estado-nación independiente y la imposición de un gobierno títere en Kiev. Si no logra estos objetivos, lo verá como una derrota, algo que no está dispuesto a aceptar.
Putin considera que la existencia continuada de un gobierno independiente en Kiev es una amenaza para la seguridad nacional de Rusia. Por lo tanto, no estará satisfecho con apoderarse de solo partes de Ucrania; quiere apoderarse de todo el país como primer paso en la reconstrucción del antiguo Imperio Ruso.
Lo dejó claro en una entrevista reciente en la televisión rusa en la que se le preguntó sobre la posibilidad de conversaciones de paz. Declaró sin rodeos que no estaba interesado en ninguna de esas conversaciones, que están motivadas solo porque Ucrania tiene falta de armas.
Solo daría la bienvenida a unas conversaciones de paz que aseguren los objetivos imperialistas de la conquista y el régimen que son los objetivos de su «operación militar especial». Así que, en este punto, rechazará cualquier conversación y, en su lugar, probablemente intensificará la guerra.
Frente a esta interminable guerra imperialista, la izquierda debería defender a Ucrania y su lucha de liberación. Si Putin logra conquistar Ucrania, sentará un precedente para que otras potencias y estados imperialistas lancen guerras similares de conquista colonial.
La izquierda internacional debe defender el derecho de las naciones oprimidas a la autodeterminación sin excepciones y defender su derecho a conseguir las armas necesarias para defenderse. Solo esa solidaridad desde abajo puede detener el impulso hacia una guerra cada vez más imperialista.
Nota: Esta entrevista ha sido ligeramente editada para mayor claridad.