Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
En lo que los periodistas se corrigen la redacción de la ética periodística, el Estado-Obrador los califica y los descalifica moralmente, la prensa vendida, se compra por la logística mercantil e informativa, analógica y digital, virtual y real, porque los vivos y los sobrevivientes, los muertos y los feminicidios con los desaparecidos son el parte y las partes de las notas informativas necrológicas en el país de las sombras espectrales.
Así las cosas, las palabras escritas son como los pensamientos, los actos son como los hechos, y, los periodistas son como los periodismos en los medios y en las redes sociales, porque cada quien de los periodistas observados en quién es quién en las mentiras y en las verdades -la libertad de expresión- tiene la d(i)eontología del poder o no, (por lo del cuarto poder), a todo modo, de proferir e inferir lo que el Estado-Obrador, el reverencial y el referencial, intolerante y autoritariamente con la investidura y la réplica presidencial de la negación, se afirma con el Yo Soy El Estado-Obrador.
Y como el Estado-Obrador, no censura ni pide la cabeza de ningún periodista, la advertencia presidencial, de que por eso les pasa lo que les pasa, y por eso no hay que fiarse sino venderse y comprarse bien como no lo hacen los de proceso, no teniendo que ver, escuchar y leer que Riva Palacio le dice enajenado a Julio Astillero y este le dice chayotero hasta que Anabel le dice ignorante a Julio y Astillero le dice yoísta a Anabel, al crónico de Zepeda Patterson se le empacha la crónica política con el engrudo pegándolo y dejándolo colgado de la brocha en las calles con el proceso electoral y la procesión funeral bajo las tormentas de mierda, lodo y sangre; de aquí la relación tormentosa del Estado-Obrador con los periodistas y los periodismos, y viceversa por la izquierda y la derecha de los liberales autoritarios y conservadores, a favor o en contra, del Estado-Obrador, lo que para Luis Alberto Martínez es:
“Luego de la llegada de AMLO al gobierno, estos medios, incapaces de mantener la relación de complicidad, tuvieron que transitar a medios opositores, críticos del gobierno, con una salvedad: No están preparados para ello. Sin la capacidad para crear y seguir líneas de investigación, hacer observación documental, seguir rastros, indagar, solicitar información o realizar análisis del ejercicio gubernamental, estos medios, han utilizado como principal recurso la noticia falsa, el trascendido, la interpretación maliciosa y la infamia”.
Si así están o no las cosas, los pensamientos y las palabras, los actos y los hechos están íntima, privada y públicamente correlacionados con el poder, a todo modo, sea o no con el cuarto poder, porque el único e histórico es el Estado-Obrador, trazando críticamente una línea de tiempo y de espacio en la crónica periodística Luis Alberto Martínez que la de Zepeda Patterson:
“La inercia de más de 12 años de activismo y 3 procesos electorales, originó en el movimiento obradorista, ahora con millones de simpatizantes, un permanente y hasta irracional repudio a todas aquellas voces críticas de Andrés Manuel López Obrador en los medios de comunicación, sin importar si estas críticas obedecen a una agenda sistemática de desinformación en contra del actual presidente y sus acciones de gobierno, o si son producto del compromiso de otros periodistas y comunicadores por ejercer un periodismo libre que observa al poder y denuncia las irregularidades de quienes lo ejercen. Las huestes obradoristas, ahora convertidas en audiencias, han contribuido a polarizar la conversación sobre los medios de comunicación, en donde observamos una dinámica reduccionista muy arriesgada: todos los medios que atacan al presidente AMLO son chayoteros y están vendidos, olvidando que Andrés Manuel ahora como Presidente de la República está sujeto al permanente escrutinio público. La desinformación, encuentra su principal caldo de cultivo en audiencias sin formación y sin criterio, incapaces de discernir entre lo real y lo «fake», entre la objetividad y el interés, entre la calumnia y la certeza, entre un contenido tramposo y una nota profesional con rigor periodístico. Esta falta de formación, es general e incluye tanto a simpatizantes como detractores del actual presidente y su modelo de gobierno y contribuye a conversaciones cada día más polarizadas. Estamos viviendo entonces un momento muy delicado, en donde una falta de pericia, rigor y sensibilidad del aparato gubernamental en su nueva relación con los medios de comunicación podría desencadenar catástrofes para la libertad de prensa, el ejercicio responsable del periodismo, y el derecho humano a la información. En la lucha contra la desinformación hay otros caminos, y podríamos estar caminando por el equivocado”. Así como fueron, son y serán las cosas en el Estado de Cosas en el Estado-Obrador, financiado o no por el narcosicariato en el 2006, durante los años 2018-2024, y porque no hay tiempo sobre la violencia, la corrupción, la impunidad y la criminalidad, si no son las pruebas existenciales-mortales para que en el país de las sombras espectrales, se revelen o no, de manera sobrehumana e inhumana, tal vez sí o quizás no, pasen como pruebas circunstanciales, más a favor que en contra del Estado-Obrador, tan reverencial y tan referencial (de y para) la Historia Patria, siendo y haciendo las tormentas de mierda, lodo y sangre en el país de las sombras espectrales, donde unos periodistas se lavan las caras con las manos limpias.