Por Amy Goodman y Denis Moynihan
Fuentes: Democracy Now! en español
Tres estudiantes palestinos —amigos desde que asistían a la escuela primaria en los territorios ocupados de Cisjordania y que actualmente estudian en diferentes universidades de Estados Unidos— se reencontraron durante sus vacaciones de Acción de Gracias en la ciudad de Burlington, estado de Vermont. Mientras se dirigían a cenar a la casa de la abuela de uno de ellos, sonaron unos disparos. Un hombre salió del patio de su casa y disparó contra ellos. Los tres estudiantes fueron alcanzados por las balas. Todos sobrevivieron al tiroteo, pero es posible que uno de los jóvenes no pueda volver a caminar. Hisham Awartani estudia en la Universidad de Brown, en Rhode Island; Kinnan Abdalhamid, en la Universidad de Haverford, de Pensilvania; y Tahseen Ahmad, en el Trinity College, en Connecticut. Aún no está claro por qué el atacante, que está bajo custodia, les disparó a los tres jóvenes. Sin embargo, la madre de Kinnan, Tamara Tamimi, dijo esta semana al programa ”PBS NewsHour”: “Dos de los tres tenían puesta la tradicional kefia, [el pañuelo tradicional palestino], y si el atacante estaba lo suficientemente cerca como para poder oírlos, también [habría escuchado] que estaban hablando una mezcla de árabe e inglés, como suelen hacer. […] Muchos palestinos y personas que defienden la causa palestina llevan puesta la kefia para identificarse y expresar su apoyo a quienes sufren en Gaza”.
El atacante, Jason J. Eaton, un hombre blanco de 48 años, ha sido encarcelado y acusado de tres cargos de intento de asesinato en segundo grado. El fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, afirmó que el FBI está investigando este ataque como un delito de odio.
Wafic Faour, un refugiado palestino proveniente del Líbano y miembro de la organización Vermonters for Justice in Palestine, dijo a Democracy Now!: “Esto es un delito de odio y debemos llamarlo como tal. […] El Gobierno de Biden, el secretario de Estado, Blinken, y el secretario de Defensa muestran un apoyo incondicional a Israel. […] Si alguien habla a favor de los derechos del pueblo palestino es considerado un ‘terrorista’. Si llevas puesta una kefia como esta, te van a llamar ‘terrorista’. Es por eso que ha sucedido este crimen”.
El Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidenses publicó recientemente datos que revelan un “aumento sin precedentes de actos de intolerancia”. La organización recibió 1.283 denuncias de incidentes de islamofobia y racismo contra personas árabes en las cuatro semanas posteriores al ataque que la organización Hamás llevó a cabo contra Israel el 7 de octubre. En un abominable incidente, Wadea Al Fayoume, un niño palestino-estadounidense de seis años de edad, murió tras recibir 26 puñaladas por parte del propietario de la vivienda que su familia alquilaba. La madre del niño, Hanaan Shain, de 32 años, que también fue víctima del ataque, afirmó que el propietario gritaba “¡ustedes, los musulmanes, tienen que morir!” mientras los atacaba. Todos los días llegan noticias de agresiones, tanto verbales como físicas, contra personas que son percibidas como palestinas, árabes o musulmanas. Los ataques antisemitas en Estados Unidos también se han multiplicado.
Los tres jóvenes atacados en Vermont, Hisham, Kinnan y Tahseen —dos de los cuales son ciudadanos estadounidenses— asistieron juntos a la Escuela de los Amigos de Ramala, en los territorios ocupados de Cisjordania, antes de ingresar en la universidad. La activista palestino-estadounidense Joyce Ajlouny fue directora de dicha institución y actualmente se desempeña como secretaria general de la organización cuáquera American Friends Service Committee. En conversación con Democracy Now!, Ajlouny habló acerca de la escuela donde estudiaron las tres víctimas en su infancia:
“La Escuela de los Amigos de Ramala fue establecida en 1869 por misioneros cuáqueros. Es un lugar fenomenal. Yo misma me gradué de esa escuela […], que inculca los valores cuáqueros y los principios de paz, no violencia y tolerancia. Además, coloca en primer plano el servicio, la integridad, la resolución de conflictos, las instancias de diálogo e investigación. En eso consiste la escuela”.
A pesar de haber sufrido una lesión en la columna vertebral a causa de la herida de bala que recibió y que lo llevó a la unidad de cuidados intensivos, Hisham Awartani pudo emitir un comunicado que se difundió ampliamente. Desde el hospital, el joven escribió:
“Es importante darse cuenta de que esto es parte de una historia más amplia. […] No soy más que una víctima en un conflicto de mucho mayor alcance. Si me hubieran disparado en Cisjordania, donde crecí, el Ejército israelí probablemente me habría negado los servicios médicos que me salvaron la vida. El soldado que me hubiera disparado se habría ido a su casa y nunca habría sido condenado. Comprendo que el dolor es mucho más real e inmediato porque muchos de ustedes me conocen, pero cualquier ataque como este es horrible, ya sea aquí o en Palestina. Por eso, cuando envíen sus buenos deseos y enciendan sus velas por mí hoy, les pido que no solo se concentren en mí como individuo, sino también como miembro orgulloso de un pueblo que está siendo oprimido”.
De los tres miembros de la delegación de Vermont en el Congreso de Estados Unidos, Becca Balint es la primera congresista judía que exige un alto el fuego en Gaza y el senador Peter Welch se ha sumado a ese llamamiento. El senador Bernie Sanders, por su parte, ha presentado una resolución que condicionaría cualquier ayuda a Israel a que cese el bombardeo indiscriminado en Gaza y los actos de violencia perpetrados por colonos en Cisjordania, entre otras condiciones.
Mientras escribimos esto, se ha prorrogado por un día más una frágil tregua en Gaza. Como principal patrocinador de las Fuerzas Armadas israelíes, el Gobierno de Estados Unidos posee el poder para imponer un alto el fuego en el enclave palestino, algo que debería haberse hecho hace ya mucho tiempo. Ahora vemos cómo la violencia en Israel y Palestina también ha alcanzado las calles estadounidenses.