Por Ilka Oliva-Corado, para APIAvirtual
Enciende la máquina para cortar grama, Silvestre se siente como subido en un tractor porque es una podadora industrial, en su vida se había subido en una máquina así, pero en Estados Unidos le ha tocado hacer trabajos que nada han tenido que ver con su labor de maestro panadero en su natal Nayarit. Trabaja como jardinero, está encargado de una máquina industrial por los 20 años que tiene de experiencia, a los nuevos los ponen a soplar la grama cortada con unas máquinas que se cuelgan en los hombros y a cortar grama con máquinas manuales, todos terminan oliendo a gasolina al terminar la jornada, porque esas máquinas unas necesitan gasolina y otras diésel.
Silvestre se coloca los lentes para cubrir sus ojos de cualquier objeto que pueda volar por los aires, muchas veces son astillas de ramas que están escondidas entre la grama y la máquina las hace pozoles. En donde vive cuando cortan los árboles los muelen para hacer una especie de aserrín que le echan al pie de las plantas y para la curiosidad de Silvestre hasta lo pintan de colores. En su pueblo natal los pobladores le piden perdón al árbol que van a cortar y le dicen que es porque lo necesitan para hacerlo leña para hacer fuego, pero siempre plantan otro pequeño para que el bosque no se termine.
Silvestre trabaja largas jornadas que en verano son interminables y finaliza con insolación, la espalda molida y la piel reventada por el sol por más manga larga que use y bloqueador que se ponga. En primavera y otoño tiene que lidiar con el frío, la lluvia helada que cae como granizada y las nevadas que aparecen de pronto. Labora de lunes a domingo, entra antes de que salga el sol y termina cuando el sol ya se ha ocultado, pero todas las noches sin falta llama a su esposa y a sus hijos que están en Nayarit, pienso regresar el día que haya terminado de construir su casa y ahorrado para poner un negocio.
Se coloca los guantes, es un día de lluvia de chipi chipi, se puso doble suéter y chumpa impermeable. Comienza a cortar grama, desde su cálido Nayarit le llega el aroma de los árboles de nances y mangos maduros cayendo uno tras otro en el suelo, es Primero de Mayo, el Día Internacional de los Trabajadores.
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