Con la Despenalización del Aborto
Por Carmen Escalante
“Te daré un cuerpo, y harás con él, aquello que se te pegue la gana”…No, no creo que esa frase la haya leído en algún lado de la Biblia. Más bien tendría cierto parecido con los derechos humanos de las mujeres, el derecho al libre desarrollo de la personalidad, el derecho a ejercer una maternidad deseada en la cual madre e hijo – hija, sean seres que desarrollen su máximo potencial en dichas actividades materno-infantiles, y qué además, como un plus, le daría mejores ciudadanos a la patria.
A partir del pasado siete de septiembre se invalidan varias normas que criminalizaban a la mujer que abortaba o pretendía abortar. Se defiende el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y además se considera la misma forma de castigo penal por violación a quien cometa dicho acto dentro del matrimonio, concubinato o por parte de la pareja. Es decir, usted puede abortar cuando así lo considere necesario y usted puede denunciar a su violador sin importar si es su novio, su pareja o lo que sea, para que reciba la misma pena por violación, que cualquier otra persona que cometiera este delito contra alguien desconocido.
La corte declaró la invalidez del artículo 196 del código penal de Coahuila y varios referentes a la criminalización del aborto, así como el artículo 224, fracción II del código penal local referente a la violación dentro de la pareja.
La información que ofrece la Suprema Corte de Justicia de la Nación es muy clara: Las leyes que criminalizan el aborto de manera absoluta son inconstitucionales. Todas y todos los jueces de México, tanto federales como locales, deberán aplicar el criterio de la corte que protege el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo. El embrión y el feto tienen distinta protección jurídica a la de las personas nacidas y el producto de la gestación tiene más protección conforme avanza el embarazo, pero esta protección no desconoce los derechos de las mujeres a la libertad reproductiva y en particular a interrumpir el embarazo, en determinados supuestos. (SCJN).
Y claro que celebramos. Nos abrazamos todas aquellas qué, más allá de las estadísticas, conocimos a alguien que murió por un aborto clandestino, por aquellas que se vieron forzadas a tener al hijo de quien las violó y jamás pudieron ejercer una maternidad satisfactoria ni para ellas ni para sus hijos; aquellas que están en la cárcel, aquellas niñas que son pobres y vulnerables y tienen que verse enfrentadas a embarazos que ponen en riesgo su vida dejando, en muchos casos, huérfanos a sus hijos al perder la vida en un parto que su pequeño cuerpo no pudo soportar, aquellas que se preguntan ¿porqué si estoy en un país libre no se vigilan y se aplican mis derechos?
Más allá del romanticismo y del fanatismo de algunos miembros selectos de ciertas sectas, que llaman a matar mujeres que abortan, sí, como ese padrecito que anda por todos lados incitando a ello, existe una gran carencia en servicios para la infancia y las maternidades, y con la pandemia, crecen día a día las necesidades educativas, económicas y socioculturales de las infancias.
Romperse las vestiduras porque la vecina aborta y pedir que sea agredida, solo denota el gran atraso cultural, educativo y emocional que estamos viviendo. La sociedad está dispuesta siempre a linchar a las mujeres pero no les vemos ayudando a tantos niños y niñas de la calle que están drogándose, o tantas niñas y niños indefensos que han sido y siguen siendo víctimas de abuso sexual. Tal vez el fanatismo y preocupación por el cuerpo de las mujeres se podría redirigir a prevenir y solucionar este tipo de problemáticas que tenemos hoy, ya ahorita, y en las cuales ahí sí se vería que de verdad esas personas están preocupadas por los niños y niñas.
Y no, no está lloviendo ni temblando por esta decisión de proteger los derechos de las mujeres. Le invito a que lea, lea mucho y deje de seguir a personas que siguen queriendo que vivamos en el oscurantismo.