Discutiendo sobre cual medio de trasporte brinda mayores ventajas para su privatización, tres diputados se asesoran de un piloto aviador terrorista, un maquinista ferrocarrilero secuestrador y un capitán marinero pirata:
El piloto presume sobre la rapidez de los vuelos, de los riesgos de que un avión se caiga y de lo rentable que resultó que el gobierno privatizara las líneas aéreas.
El ferrocarrilero habla sobre cómo se disfrutan los paisajes, de lo seguro que resulta viajar en tren y de lo sustancioso que fue que el gobierno vendiera los ferrocarriles.
De repente, al tocar el tema de la privatización de los puertos marítimos todos notan que el marino tiene una pierna de palo, un garfio en lugar de una mano y un parche en el ojo. De inmediato gana la atención y la conversación da un giro:
–¿Cómo terminaste con esa pierna de palo? Pregunta el ferrocarrilero.
Estábamos en una tormenta y una ola me tiró al mar; caí entre los tiburones. Mientras mis compañeros me rescataban, un tiburón me arrancó la pierna de un mordisco.
¡Uuuy! -dijo el piloto- ¿Y qué te pasó en la mano?, ¿por qué tienes ese garfio?
Bien… respondió el pirata. Estábamos abordando un barco enemigo y mientras luchábamos con los otros marineros, una espada enemiga me cortó la mano.
¡Increíble! Se sorprenden todos.
¿Y en el ojo?
Una paloma que iba volando me zurró en el ojo.
¿Perdiste el ojo por la zurrada de una paloma? Replican ambos aviador y maquinista.
¡No!, Era mi primer día con el garfio…
Que así les vaya a todos los privatizadores.