Por Antonio Moreno
En México, una de las instituciones que despierta más desconfianza en la sociedad es la policía, aunque cierto es que esto ocurre en la mayoría de los países con bajos niveles de desarrollo. Pero en nuestro país es crónica la deficiente preparación física, psicológica, en derechos humanos y en protocolos de actuación. La carencia de equipamiento adecuado es evidente a todas luces. Aunque la carencia de convicción por el servicio público de los policías es un asunto en el tenemos que poner especial atención.
El Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México, en alianza con el Instituto para la Seguridad y la Democracia A.C (Insyde) llevaron a cabo el estudio Ser policía en México: ¿Qué rol asume la sociedad?, que muestra, entre otras cosas, que la mayoría de los policías entrevistados reconocieron que entraron a la institución por necesidad económica o porque no encontraron otro empleo. Esto lo sabe la sociedad y, de ahí, en buena medida, la desconfianza existente. No hay duda de que la frustración de no haber elegido libremente su ocupación, está influyendo significativamente en el nivel de ensañamiento policial.
A decir de la Red Nacional por la Seguridad, integrada por organizaciones civiles, académicos y especialista en el tema de la seguridad en México, existen miles de policías que no fueron capacitados por no haber aprobado las evaluaciones de control de confianza o por otras razones, pero continúan desempeñando su función en las calles. Además de que según esta organización la preparación de la policía en el Sistema de Justicia Penal Acusatorio consiste en programas que van de 40 a 135 horas, según el programa, y que por la falta de transparencia no se conoce en qué consisten dichos programas. ¿Qué carrera policial que se mida por horas puede ser eficaz?
Por otro lado, la gran mayoría de los policías tiene un sueldo que va de los $10,000 a los $16,000 mensuales, sin embargo, los mandos de los escalafones más altos tienen sueldos que superan los $100,000 al mes. Con lo anterior, queda claro que el grueso de los policías tiene un salario insuficiente, por lo cual es “casi” lógico que, con las “herramientas” necesarias a la mano, acudan a la corrupción y el abuso para”salir adelante”.
Para ser policía no se te pide más requisito escolar que la secundaria, con esta preparación académica aunado a las carencias y deficiencias antes mencionadas, ¿qué responsabilidad social y que capacidad empática van a tener los agentes policiacos? Pero lo más grave es que los que quedan en medio son los ciudadanos, en la indefensión total. Tan es así que una parte importante de la población le tiene más temor a la policía que a la delincuencia “formal”. Nos encontramos entre dos fuegos y con la espalda contra la pared.
En este contexto es importante resaltar que en algunos casos los abusos policiacos son cometidos también por mujeres policías, abusos cometidos, en algunas ocasiones, de forma más arbitraria que los propios policías varones. Este es un fenómeno que sin duda tiene que ser analizado con la necesaria profundidad, ya que es probable que la muy publicitada y manipuladora ideología de género esté trayendo “buenos” resultados a la hora de dividir y confrontar a hombres contra mujeres, también en la relación autoridad- ciudadanos.
Cualquier problemática que afecte a la colectividad tiene que ser enfrentada, a su vez, de manera colectiva. Y los abusos policiacos nos afectan, ya sea directa o potencialmente, a todos, por ello se requiere hacer un frente ciudadano amplio en su contra.
Pero, como se plantea en el estudio arriba mencionado, ¿Qué rol asumen la sociedad? Con el Covid-19 amenazando en el horizonte ¿Cómo hacer un frente común, si “tenemos” que estar distanciados? En México también tenemos a nuestros George Floyd, pero, lejos de las manifestaciones multitudinarias que se llevaron a cabo en E.U con todo y coronavirus, aquí la reacción social es débil. El 5 de mayo Giovanni López, joven albañil, murió a consecuencia de los golpes propinados por policías municipales de Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco. El motivo: no traer cubre bocas. Tres policías están sujetos a proceso por lo hechos, dos hombres y una mujer. Y así, detenciones arbitrarias y agresiones por parte de la policía se multiplican a lo largo y ancho del país por mil motivos, a los cuales ahora añadimos la desobediencia sanitaria.
Por ello, entonces, tomemos las medidas sanitarias que consideremos necesarias, pero recobremos nuestras vidas. Si queremos construir algo socialmente nuevo, no igual o peor que lo que teníamos antes de la supuesta pandemia, primero tendríamos que conquistar la libertad, libertad que nos permita reencontrarnos con los demás e interactuar conformando organizaciones autogestionarias capaces de, en el mediano plazo, controlar y vigilar a la burocracia, incluida la policía y después, ser capaces también de crear instituciones compuestas por ciudadanos que puedan representar y administrar sus propios intereses y seguridad de una forma no burocrática.